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miércoles, 5 de febrero de 2014

Red. Red. Red.

 


   <<- Me vuelves loco –susurra empujándome con la cadera una vez, dos, tres, haciendo que mi cuerpo empiece a soltar chispas a punto de arder. Y otra vez me lo niega. Le deseo tanto… Le necesito tanto… Cierro los ojos y murmuro una oración. Me siento castigada, no puedo evitarlo. Estoy indefensa y él está siendo implacable. Se me llenan los ojos de lágrimas. No sé hasta dónde va a llegar esto.
    - Por favor… -vuelvo a suplicarle en un susurro.
    Pero me mira sin ninguna piedad. Tiene intención de continuar. Pero ¿cuánto? ¿Puedo jugar a esto? No. No. No… No puedo hacerlo. No va a parar. Va a seguir torturándome. Sus manos bajan por mi cuerpo otra vez. No… Y repentinamente el dique estalla: toda la aprensión, la ansiedad y el miedo de los últimos días me embargan y otra vez se me llenan los ojos de lágrimas. Aparto la mirada de la suya. Esto no es amor. Es venganza.
    - Rojo –sollozo-. Rojo. Rojo. –Las lágrimas empiezan a correrme por la cara.
    Él se queda petrificado.
    - ¡No! –grita asombrado-. Dios mío, no…
    Se acerca rápidamente, me suelta las manos y me agarra por la cintura mientras se agacha para soltarme los tobillos. Yo entierro la cabeza entre las manos y sollozo.
    - No, no, no, Ana, por favor. No.>> Cincuenta Sombras Liberadas, de E. L. James.

La peor tortura a la que Christian somete a Anastasia... la negación del placer. En este pasaje él se pasó bastante. Sin embargo, en el momento en que Anastasia dice la palabra de seguridad "Rojo" Christian se da cuenta de su error y al momento acaba con aquello.

Laters, baby...

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